jueves, 5 de mayo de 2016

TODA CLASE DE PIELES 3.0



TODA CLASE DE PIELES


Érase una vez un matrimonio de reyes muy, muy mayores, que vivían en el reino con más animales del mundo. Los reyes eran muy felices porque tenían muchas tierras, animales y dinero, pero no tenían un hijo varón que heredase el reino, sino una dulce y preciosa princesa que aún era muy pequeña.

En palacio hacía mucho frío así que todos se paseaban con abrigos, muy elegantes eso sí. El Rey iba con su abrigo favorito de toda clase de pieles de los animales del Reino, la Reina con su toquilla hecha de lanas de las ovejas del Reino, y la princesa Luna con chaquetas de cuero de los cabalos del Reino.


La princesa Luna vivía feliz en palacio, allí tenía todo lo que deseaba: jardines grandes y llenos de plantas donde jugar, una habitación llena de juguetes, criados que la querían y cuidaban… ¡hasta tenía un caballo para ella sola! Luna no salía de palacio porque allí tenía todo lo que una niña podía soñar, allí era completamente feliz.


Sin embargo, al llegar el decimosexto cumpleaños de la princesa, los reyes comenzaron a preocuparse, porque debían casar a la princesa antes de que fuese demasiado tarde o el reino quedaría sin reyes. Pensaron que debían casarla con el príncipe del reino de al lado, porque así estaría casada con otro príncipe y, además, unirían los dos reinos para formar uno muy grande.


Cuando le comentaron a Luna lo que pensaban hacer, ésta se puso muy triste porque no quería casarse con ese príncipe que no sabía nada y sólo se dedicaba a cazar animales, así que comenzó a pensar qué podía hacer para no casarse con él.


Después de mucho pensar les dijo a sus padres que se casaría con él si le regalaban los tres vestidos que ella pidiese; ellos pensaron que era un buen trato y aceptaron.


Luna pidió tres vestidos: uno tan brillante como el sol, otro tan bonito como las estrellas por la noche, y el tercero tan ligero como las nubes; sólo cuando le diesen los tres vestidos Luna accedería a casarse con el príncipe.


Dicho y hecho, los Reyes mandaron a sus modistas confeccionar rápidamente los vestidos y, en menos de un mes, estaban listos. 


La pobre princesa no podía ya negarse a la boda: sus padres habían cumplido su parte del trato y ella debía acceder. Pero no podía, sabía que si se casaba con el príncipe no iba a ser feliz, por lo que se puso a pensar qué podía hacer para retrasarla todavía más.


Reflexionó y reflexionó… Y llegó a la conclusión de que aunque sus padres se fueran a poner muy tristes, la única solución era escapar por la noche y no volver más. Así que esperó a que fuese noche cerrada y todos en palacio estuviesen durmiendo para hacer una bolsa con algunas cosas que quería llevarse. 


A las tres de la mañana se levantó de la cama, cogió la bolsa con los tres vestidos que le habían regalado sus padres y se puso el abrigo favorito de su padre, de toda clase de pieles, y una bufanda de lana de su madre. Pensó que este abrigo de su padre hecho con las pieles de todos los animales del reino y la bufanda le abrigarían y protegerían, además de recordarle a ellos, por lo que se lo llevó. Y con todo ello salió camino del bosque procurando que nadie la viese.


Salió de palacio sigilosamente y se adentró en el bosque muy triste porque, aunque no quería, debía alejarse lo más posible del Reino.


Iban pasando los días y Luna no paraba de caminar por el bosque bajo el abrigo de toda clase de pieles. Los animales no se le acercaban porque el abrigo les daba miedo, así no corría tanto peligro. Pero Luna tenía mucha hambre y estaba sucia de tanto caminar. Sólo comía los frutos que iba encontrando por lo que estaba muy débil y cansada, pero ella caminaba sin parar para alejarse mucho. 


Un día, Luna vio a lo lejos un grupo de hombres a caballo que estaban cazando y, poco a poco, se le iban acercando. La princesa estaba tan asustada, débil y hambrienta que, con los nervios, se desmayó.


Los cazadores vieron como algo caía a lo lejos y se acercaron pensando que se trataba de un animal. Asombrados de ver todas esas pieles se pararon en seco y, viendo que no se movía, decidieron acercarse a ver de qué animal se trataba. Sigilosamente fueron aproximándose y cuando llegaron junto a lo que ellos creían un animal, vieron que se trataba de una chica muy sucia y abrigada con pieles, pero débil y con cara triste.


Decidieron cogerla entre todos y llevarla a palacio, ya que uno de los cazadores era el príncipe del reino y podía allí darle cobijo y cuidarla.


Al llegar a palacio, Luna despertó y, algo asustada pero muy educadamente, les agradeció lo que habían hecho por ella. El príncipe le dijo que si quería podía quedarse trabajando en las cocinas ya que allí necesitaban a una sirvienta. Luna accedió a condición de que no le hicieran quitarse nunca el abrigo de toda clase de pieles, por lo que el príncipe decidió que la llamarían “Toda clase de pieles”.


“Toda clase de pieles” comenzó a trabajar en la cocina limpiando platos y recogiendo, siempre enfundada en su abrigo para que nadie pudiese reconocerla. Un día, el príncipe anunció que daría tres bailes en palacio para elegir esposa. Luna, que echaba mucho de menos los bailes y las fiestas del palacio de sus padres, se decidió a pedir permiso para asistir.


Corriendo solicitó al chef que la dejase ir y éste, que era una buena persona, viendo el interés de Luna, le dijo que podía ir un rato, si bien debía estar de vuelta en cocina para preparar la leche que el príncipe tomaba siempre antes de irse a dormir, a lo que Luna accedió encantada.


Y llegó el día del primer baile, Luna terminó de recoger la cocina como hacía todas las noches y subió corriendo a su cuarto. Se quitó el abrigo de toda clase de pieles, se limpió la cara y se puso el vestido tan brillante como el sol que le habían regalado sus padres. Sin pensárselo dos veces bajó al salón de baile dispuesta a que el príncipe la viese. Allí estaban todos bailando, menos el príncipe, que no había encontrado ninguna mujer que le impresionara. 


Cuando Luna entró en el salón, el príncipe quedó fascinado: nunca había visto una chica tan guapa con un vestido tan precioso, por lo que se levantó y se acercó a ella. La sacó a bailar y estuvieron bailando toda la noche. 


Al acabar el baile, Luna subió corriendo a su cuarto, se quitó el vestido y bajó a calentar la  leche. Se había enamorado del príncipe por lo que pensó dejar caer en la leche uno de los pendientes que llevaba para ver si él se acordaba de ella. Con la leche y el pendiente en el fondo de la taza subió a las habitaciones del príncipe. Éste bebió la leche y se quedó asombrado de encontrar un pendiente en el fondo, pero no lo reconoció.


Llegó la noche del segundo baile y Luna volvió a recoger rápidamente la cocina para ponerse el segundo vestido, el que era tan bonito como las estrellas por la noche. Bajó corriendo al salón y vio que el príncipe la estaba esperando. En cuanto se vieron volvieron a bailar juntos y así pasaron toda la noche. Ambos estaban completamente enamorados y no paraban de intercambiar miradas y gestos de complicidad. Pero llegó la hora de cerrar el baile y Luna salió corriendo a prepararle la leche al príncipe. Esta vez puso el segundo pendiente en la taza y, enfundada en su abrigo de toda clase de pieles, se la subió. Al dejarla en la habitación se encontró con el príncipe y sus miradas se cruzaron, con lo que el príncipe pudo observar la belleza de “Toda clase de pieles”, pero ella salió corriendo.


El príncipe se bebió la leche y encontró el otro pendiente al fondo, por lo que al día siguiente bajó a cocina a preguntarle al chef quién había calentado la leche los días anteriores ya que estaba extrañado por los pendientes. El chef le dijo que había sido “Toda clase de pieles” y el príncipe se acordó de lo bella que era.


Por fin llegó el último baile. El príncipe estaba ansioso por bailar con aquella chica, y Luna estaba muy nerviosa porque el príncipe la había visto la noche anterior subiéndole la leche, pero aun así decidió ir al baile. Siguió los mismos pasos que las noches anteriores, pero esta vez se puso el tercer vestido que le regalaron sus padres, el que era tan ligero como las nubes, y bajó al salón.


El príncipe la esperaba nervioso y al verla se acercó rápidamente. Cuando estuvieron cerca pudo ver que el rostro de Luna le era familiar pero no la reconoció. Estuvieron bailando toda la noche y el príncipe no paraba de pensar dónde la había visto antes hasta que se dio cuenta de que no llevaba pendientes. Entonces fue cuando le vino a la cabeza la noche anterior, cuando se habían cruzado en su dormitorio.


Justo cuando el príncipe iba a decirle que la quería, Luna salió corriendo porque era ya muy tarde y tenía que preparar la leche. Esta vez decidió poner en la taza el anillo que su madre le había regalado; estaba tan nerviosa que se le olvidó quitarse el vestido y, echándose encima el abrigo de toda clase de pieles, subió al dormitorio del príncipe. 


El príncipe al verla se alegró muchísimo y le dijo que esperase a que se bebiese la leche para llevarse la taza. Luna entonces se puso muy nerviosa porque sabía que el príncipe se daría cuenta de que era ella y así fue. El príncipe se bebió la leche y se encontró el anillo dentro. Decidió entonces que con ese anillo le pediría matrimonio.


Así fue, el príncipe le pidió matrimonio y Luna, después de dudarlo un rato, le respondió que se casaría con él si era capaz de guardar su secreto. El príncipe accedió y entonces Luna le contó cómo y porqué se había escapado del palacio de un reino lejano. El príncipe la entendió y le dijo que no le importaba, que se casaría con ella e irían juntos a ver a sus padres como Reyes.


Al cabo de los meses, Luna y el príncipe, ya casados, se fueron a ver a los padres de Luna, quienes se pusieron muy contentos de verla y la perdonaron.


Así todos fueron felices y comieron muchas perdices.



He adaptado el cuento para niños de 4 años y éstos son los cambios que he realizado al cuento original:


En todo momento he seguido el tema del cuento con una introducción, un nudo y un desenlace, escribiendo una narración lineal que es más sencilla y apropiada para los niños.

Le he dado nombres a los personajes para que los niños puedan seguir más fácilmente la lectura, para que puedan identificar mejor a los personajes.

He adaptado el vocabulario a los niños.

He cambiado algunos aspectos del cuento como que la reina muere o que el rey se casaba con su hija, ya que no me parecen aspectos para niños de infantil.


La verdad es que volver a repetir la actividad me ha ayudado a forzar aún más mi imaginación y darle más vueltas al tema. Pienso que lo cuentos son muy importantes tanto para los niños como para los adultos, creo que deberían estar en toda nuestra vida. También creo que las adaptaciones son importantes y que tod@ maestr@ debe ser capaz de adaptar historias. Los cuentos y las adaptaciones deben estar presentes tanto en las escuelas como en las casas, y todos deberíamos contarles cuentos a nuestros niños.


Fuentes consultadas:

-          Apuntes de la asignatura Literatura Infantil

-          Adaptación del cuento por Irune: https://www.youtube.com/watch?v=hmG8g5KNXMc

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